5/4/12

¿Realidad confusa?

¡Basta ya! Me levanto sudado, con el pelo alborotado y las manos temblorosas, pero no es nada comparado con el ritmo cardíaco que mantiene mi corazón en este instante. Abro los ojos repentinamente, como platos. Al principio, me siento un poco atolondrado, confuso, pero poco a poco voy reconociendo los diferentes particulares de mi habitación: el escritorio con el ordenador encendido, los calcetines tirados por el suelo, los cómics en la librería. Menos mal, todo ha pasado, se ha quedado en una mera pesadilla.
Las cortinas sufren ondulaciones que van a menos y la ventana da un estruendoso portazo. Puede que no fuera del todo irreal...

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